viernes, 7 de noviembre de 2008


Encaje, protagonista del invierno.


Es un delicado tejido que desprende una imagen inocente, pero que, en el fondo, festeja la provocación y el erotismo. Especialista en enseñar sin que se vea, desplegando siempre una descomunal carga sensual y jugueteando con la mujer mediante la calidez de su tejido.
Este invierno, el encaje cala de forma honda. Traspasa el límite de la ropa íntima y se convierte en la textura más prometedora, elegante y romántica. El negro se impone como referencia estrella entre este equilibrado juego de flores y brillos, pero también predominan los tonos tierra, el marrón y el rosa palo. Y en todo tipo de vestidos: minis y largos.
Cada creador adapta esta tendencia a sus gustos particulares, pero quizá es Prada el que más lejos ha llegado en sumarse a esta propuesta para el invierno. Inunda sus escaparates con faldas y vestidos plagados de relieves que evocan los años cincuenta.
Dior se recrea también en esta elegante década para recuperar la emblemática falda corola-con su peculiar cintura de avispa-que dejan al aire un interior otras veces escondido.
Mezclado con tules y remates de volantes, Valentino ha utilizado los colores carne y transformado sus composiciones en una segunda piel.
El encaje nació de la mano de la pequeña Twiggy en 1966 y Chloé intentó recuperarlo en 1999, aunque sin éxito. Pero en 2008, vuelve a nuestros armarios, con intención de quedarse.
Este sensual tejido solo tiene un peligro: la necesidad de elegir con cuidado para evitar caer en la noñería o la vulgaridad. En tiempo de crisis, debemos ser especialmente cuidadosos con nuestra elección.
Por eso, desde la “Mona se viste de seda” os aconsejamos que distribuyáis vuestros ahorros en el pago de las hipotecas, que para comprarnos un vestido de Prada, ya vendrán tiempos mejores…

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